MEGAESÓFAGO POR ENFERMEDAD DE CHAGAS: A PROPÓSITO DE UN CASO

MEGAESOPHAGUS SECONDARY TO CHAGAS DISEASE: A CASE REPORT

Johnier Quintero Ropero  0009-0008-0263-1558,1 Wiston Alberto Rodríguez Rocha  0000-0003-4735-9005,2 Isabela Pedrozo Jerez  0009-0001-9676-478X,1 José Rodolfo Prada Dávila  0009-0007-7645-08671

1 Médico/a de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia.

2 Médico especialista en Medicina Interna, Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia.

AUTOR  PARA CORRESPONDENCIA

Johnier Quintero Ropero. Correo electrónico: jquintero696@unab.edu.co

Los autores manifiestan no poseer conflictos de intereses.

 

 

Resumen

Introducción. La enfermedad de Chagas es una infección vectorial de zonas tropicales causada por el parásito Trypanosoma cruzi, que en su forma crónica puede causar manifestaciones en los sistemas cardiovascular y gastrointestinal, como lo es el megaesófago. Caso clínico. Presentamos el caso de un paciente masculino, proveniente de una zona rural, que consultó por síntomas respiratorios y antecedentes de disfagia asociados a pérdida de peso no intencionada, en quien se realizaron estudios imagenológicos, como una tomografía de tórax y un esofagograma con bario, que mostraron dilatación esofágica severa. Fue llevado a procedimientos quirúrgicos como gastrostomía percutánea para garantizar la nutrición, con posterior programación de esofagectomía con ascenso gástrico. Conclusiones. El megaesófago por enfermedad de Chagas es una patología subdiagnosticada con alta morbimortalidad, que requiere fortalecer las medidas de prevención y reconocimiento temprano de la enfermedad en la población latinoamericana.  

Palabras clave. Megaesófago, Chagas, enfermedad de Chagas.

 

Abstract

Introduction. Chagas disease is a vector-borne infection endemic to tropical regions, caused by the parasite Trypanosoma cruzi. In its chronic form, it can lead to cardiovascular and gastrointestinal manifestations, including megaesophagus. Case report. We present the case of a male patient from a rural area who sought medical attention due to respiratory symptoms and a history of dysphagia associated with unintentional weight loss. Imaging studies, including chest computed tomography (CT) and a barium esophagogram, revealed severe esophageal dilation. The patient underwent surgical procedures such as percutaneous gastrostomy to ensure adequate nutrition, followed by a planned esophagectomy with gastric pull-up. Conclusions. Chagas disease megaesophagus is an underdiagnosed condition with high morbidity and mortality. Strengthening prevention measures and promoting early recognition of the disease in Latin American populations are crucial.

Key words. Megaesophagus, Chagas, Chagas disease.

 

DOI: https://doi.org/10.61222/12e1be49

 

 

 

Introducción

 

La enfermedad de Chagas es una infección causada por el parásito Trypanosoma cruzi, que se transmite principalmente por los insectos del género Triatoma (1).

Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que 8-10 millones de personas están infectadas en todo el mundo, principalmente en Latinoamérica, donde es endémica (2). A su vez, se declaró que la enfermedad de Chagas es un marcador de pobreza y desventaja, que afecta a las poblaciones con poca visibilización, causando estigma y discriminación (1).

Esta entidad tiene una incidencia de infección menor del 0,1-4% por año en regiones altamente endémicas y una prevalencia estimada en países de Latinoamérica como Bolivia de 6,1 casos por cada 100.000 habitantes, seguida de Argentina, con 3,6 casos cada 100.000 habitantes, y Paraguay (2,1 casos/100.000 habitantes), Ecuador (1,4 casos/100.000 habitantes) (1).

Dentro de las formas de transmisión se encuentran la vectorial, que es a través de la picadura de los insectos triatominos, vertical (madre a hijo), que cruza la barrera fetoplacentaria, a través de donaciones de sangre, trasplantes de órganos y mediante el consumo de alimentos o agua contaminada (1,3).

En cuanto a la transmisión vectorial del T. cruzi, los insectos vectores más relevantes son parte de los géneros Triatoma, Rhodnius y Panstrongylus (4). El ciclo de transmisión parasitaria involucra a más de 150 mamíferos de al menos ocho órdenes taxonómicos: Didelphimorphia (zarigüeyas), Cingulata (armadillos), Pilosa (perezosos, osos hormigueros), Rodentia (roedores), Chiroptera (murciélagos), Carnivora (p. ej., perros, gatos), Artiodactyla (como cabras, cerdos, burros) y primates (monos y humanos) (4).

La infección se presenta cuando el vector se alimenta de la sangre de un mamífero y a través de heces u orina libera formas infecciosas del parásito, que ingresan al huésped mediante lesiones en la piel o las mucosas (1,4). Los principales insectos que causan infección en nuestra región son el Triatoma dimidiata y el Triatoma maculata (4).

El curso agudo de la enfermedad se caracteriza por constar de síntomas inespecíficos como fiebre, malestar general, inflamación en el sitio de inoculación (chancro), linfadenopatía y hepatoesplenomegalia. Tiene una duración de 4-8 semanas y frecuentemente se resuelve de forma espontánea, e ingresa a una fase crónica de la enfermedad (1,3).

Por otra parte, el estadio crónico de la enfermedad muchas veces es asintomático y se lo denomina “enfermedad de Chagas crónica indeterminada”, que se caracteriza por la ausencia de signos y síntomas sugestivos de lesión orgánica acompañados de serologías positivas para Chagas (1,3). Hasta un 30-40% de los pacientes con infección crónica desarrollan compromiso orgánico a los 10-30 años desde el inicio de la infección, que causa principalmente miocardiopatía (15-45%) o visceromegalia en el sistema gastrointestinal (10-21%) como el megaesófago o megacolon (1,3).

Dentro del abordaje diagnóstico se encuentran las pruebas parasitológicas, las cuales son útiles en la fase aguda de la enfermedad. Incluyen la visualización directa de formas parasitarias a través del microscopio en sangre u otros fluidos y la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, su sigla en inglés) (3,5).

En cuanto a la fase crónica de la enfermedad, la parasitemia es baja, por lo que se hace uso de pruebas serológicas a través de la detección de anticuerpos IgG contra T. cruzi. El diagnóstico definitivo es a través de dos serologías con métodos diferentes positivas (1,3,5).

A continuación, se presentará la descripción de caso de un paciente con megaesófago por enfermedad de Chagas.

 

 

Descripción del caso

 

Un paciente masculino de 62 años, proveniente de un área rural, con antecedentes familiares de enfermedad de Chagas, presentó un cuadro clínico de ocho días de evolución caracterizado por tos con expectoración verdosa, disnea, dolor pleurítico y picos febriles asociados a astenia y adinamia. En la revisión por sistemas refirió un año de disfagia, odinofagia, regurgitación alimentaria y pérdida de peso no intencionada de 10 kg en seis meses. En el examen físico se encontró somnolencia, taquipnea, taquicardia y tensiones arteriales elevadas, sin otros hallazgos positivos durante la evaluación.

Se realizaron exámenes paraclínicos de ingreso, en donde se evidenció anemia leve normocítica normocrómica homogénea. El electrocardiograma mostró un bloqueo de la rama derecha y hemibloqueo anterosuperior izquierdo. Fue tratado empíricamente con ampicilina/sulbactam bajo la impresión diagnóstica de una neumonía broncoaspirativa secundaria a una disfagia esofágica para estudio.

Se realizaron estudios imagenológicos como tomografía axial computarizada (TAC) de tórax (Fig. 1), que reportó una dilatación esofágica severa, lo cual sugirió un megaesófago por Chagas; esto fue congruente con una endoscopia de vías digestivas altas, un esofagograma (Fig. 2) y una manometría esofágica con evidencia de trastorno motor de tipo aperistalsis. Los estudios serológicos para la infección por enfermedad de Chagas fueron positivos para anticuerpos IgG a través de la realización de ELISA e IFI.

 

Figura 1. Tomografía axial de tórax.

 

Figura 2. Esofagograma con bario.

 

TAC de tórax (Fig. 1): Dilatación del esófago torácico con contenido alimenticio en su interior. Se observa un engrosamiento difuso de sus paredes que alcanza un espesor aproximado de 8 mm con un diámetro a nivel del esófago distal de aproximadamente 7 cm.

El paciente fue tratado inicialmente con una gastrostomía percutánea para repleción nutricional y se planificó a futuro una esofagectomía con ascenso gástrico. A la vez, el monitoreo Holter reveló un ritmo de fibrilación auricular permanente con episodios de bradicardia sinusal extrema, tratado con la implantación de un marcapasos bicameral definitivo.

 

 

Discusión

 

El megaesófago por Chagas es una complicación gastrointestinal que frecuentemente precede el daño cardíaco y colónico (6). Afecta al 10-15% de los pacientes con infección crónica por daño en las células del plexo mientérico (plexos de Auerbach) y provoca pérdida del peristaltismo esofágico y disminución en la relajación del esfínter esofágico inferior (EEI), con posterior desarrollo de megaesófago y acalasia secundaria (6,7).

Esofagograma con bario (Fig. 2): imagen de doble contorno paracardíaco derecho de forma alargada y de densidad de tejidos blandos de gran tamaño que por los antecedentes y por el estudio practicado de vías digestivas corresponde a un megaesófago.

Los síntomas son disfagia, regurgitación, tos, reflujo gastroesofágico, odinofagia, sialorrea, pirosis y pérdida de peso (3,7). Las complicaciones pueden incluir desnutrición, infecciones como neumonía por broncoaspiración y un mayor riesgo de cáncer esofágico (3,7). Muchas veces la disfagia progresa lentamente y en general es bien tolerada hasta llegar a estadios avanzados de la enfermedad, por lo que esta entidad frecuentemente es subdiagnosticada (3).

Dentro del abordaje diagnóstico se utilizan estudios imagenológicos como la radiografía de tórax, el esofagograma con bario, la manometría esofágica y la endoscopia de vías digestivas altas (3,8).

El tratamiento del megaesófago varía según la severidad de la dilatación y el compromiso del EEI, y abarca desde cambios en los hábitos de vida, necesidad de fármacos e intervenciones quirúrgicas (3,7). La diana terapéutica es el EEI, para favorecer el paso de alimentos al estómago, ya que el daño producido por la denervación es permanente (7).

Las medidas médicas se indican a pacientes mayores o aquellos con alto riesgo de complicaciones quirúrgicas. Estas incluyen cambios en los hábitos de vida, educación nutricional, aplicación de toxina botulínica, dilatación neumática con balón y el uso de fármacos como nitratos (p. ej., dinitrato de isosorbida) y calcios antagonistas (p. ej., nifedipino), que producen disminución del tono de las fibras musculares lisas del EEI (3).

En cuanto a las opciones quirúrgicas, se incluye la cardiomiotomía a través de laparotomía o laparoscopia, y en estadios avanzados, la esofagectomía (7). En este reporte de caso, se optó por una esofagectomía con ascenso gástrico porque la dilatación esofágica era severa.

El tratamiento con fármacos antichagásicos en la fase crónica indeterminada busca evitar la progresión de las complicaciones cardiovasculares. Sin embargo, su utilidad en complicaciones orgánicas tiene poca evidencia científica y no se recomienda su uso de rutina (1,9). En el caso presentado, no se le administraron fármacos antiparasitarios por la ausencia de indicaciones médicas.

Las principales indicaciones para los medicamentos antichagásicos son la fase aguda de la infección, las infecciones congénitas, la reactivación de la enfermedad y la fase crónica en menores de 18 años. Los medicamentos aprobados para el tratamiento de la enfermedad de Chagas son el benznidazol y el nifurtimox (3,9).

 

 

Conclusiones

 

El megaesófago por enfermedad de Chagas es una entidad subdiagnosticada que condiciona múltiples complicaciones gastrointestinales, por lo que es necesario fortalecer las medidas de prevención y el reconocimiento temprano de la enfermedad en la población latinoamericana, como la detección de nexos epidemiológicos. A la vez, la identificación temprana de la infección y sus complicaciones puede impactar significativamente en la calidad de vida y la morbimortalidad de los pacientes.

 

 

Financiación

Propia de los autores.

 

 

Referencias bibliográficas

 

1.   Pérez-Molina JA, Molina I. Chagas disease. Lancet 2018;391:82-94. Disponible en: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(17)31612-4

2.   Nunes MC, Dones W, Morillo CA, Encina JJ, Ribeiro AL; Council on Chagas Disease of the Interamerican Society of Cardiology. Chagas disease: an overview of clinical and epidemiological aspects. J Am Coll Cardiol 2013;62:767-76. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.jacc.2013.05.046

3.   Dias JC, Ramos AN (h), Gontijo ED, et al. 2nd Brazilian Consensus on Chagas Disease, 2015. Rev Soc Bras Med Trop 2016;49(Suppl 1):3-60

4.   Cucunubá ZM, Gutiérrez-Romero SA, Ramírez JD, et al. The epidemiology of Chagas disease in the Americas. Lancet Reg Health Am 2024;37:100881. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.lana.2024.100881

5.   Balouz V, Agüero F, Buscaglia CA. Chagas disease diagnostic applications: present knowledge and future steps. Adv Parasitol 2017;97:1-45. Disponible en: https://doi.org/10.1016/bs.apar.2016.10.001

6.   Rassi A (h), Rassi A, Marin-Neto JA. Chagas disease. Lancet [Internet] 2010;375:1388-402. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/S0140-6736(10)60061-X

7.   Dantas RO. Management of esophageal dysphagia in Chagas disease. Dysphagia 2021;36:517-22. Disponible en: https://doi.org/10.1007/s00455-021-10297-1

8.   Barros F, Soares JCA, Barros FP, et al. Agreement between upper endoscopy and esophagography in the diagnosis of megaesophagus in Chagas disease. Rev Soc Bras Med Trop 2019;52:e20180258. Disponible en: https://doi.org/10.1590/0037-8682-0258-2018

9.   Hochberg NS, Montgomery SP. Chagas disease. Ann Intern Med 2023;176:ITC17–32. Disponible en: https://doi.org/10.7326/AITC202302210