Carta al Editor - Prof. Dr. Miguel Á. Serra Valdés

  • Miguel A Serra Valdés

Resumen

Con gran placer, como siempre, he revisado el último número de la Revista Argentina de Medicina. Me llamó mucho la atención el editorial firmado por la doctora Asa Cristina Laurell sobre “La muerte de la clínica y el malestar del médico”, así como los comentarios del profesor Juan Canella sobre el tema.

El tema tratado invita a muchas reflexiones, sobre todo en los planos políticos que determinan el camino económico y la repercusión social en los países. El continente americano, con sus sistemas políticos, independientemente del desarrollo tecnológico de la medicina y afines, ha contribuido al dilema controversial de las determinantes sociales de la salud
y todo lo que se desprende del tema. El derecho a la salud pertenece a todo ciudadano de cualquier parte del mundo, independientemente del sistema político-económico-social imperante. Y los gobiernos tienen no sólo el deber social, sino moral, de respaldar este  derecho del cual muchas declaraciones existen a través de los años, emitidas tanto por la Organización de las Naciones Unidas, como por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud. Pero en gran parte quedan como discursos aplaudidos por los gobernantes y autoridades sanitarias de los países miembros y registrados en textos publicados, a veces interminables.

No quiero caer en la retórica de las tendencias políticas de cada país porque estas líneas no terminarían nunca. Pero sí quiero poner de ejemplo en el mundo desarrollado de hoy a los países nórdicos europeos, sobre todo a Suecia, donde no podemos decir bien si reina el capitalismo o el socialismo, pero sí reconocer la atención en materia de salud y los recursos
destinados a los efectos, así como los logros alcanzados como nación en otros aspectos. Allí se cumple el derecho ciudadano a la atención de la salud y existen indicadores muy buenos.

Considero que mientras exista la injusticia social en el mundo, el valor prioritario del dinero, el enriquecimiento de unos pocos y la medicina mercantilista, este problema será tratado durante muchos años y en muchas publicaciones. Corresponde a los gobiernos dar la respuesta requerida y esperada desde hace mucho tiempo por todas las sociedades.
Por fortuna, esto no constituye un problema en mi país, donde el acceso a la salud y a la educación es gratuito y universal.

Creo que la clínica no morirá nunca. No lo digo yo porque sea un internista con muchos años de experiencia y profesor en la materia de la Universidad de Ciencias Médicas de la Habana, sino porque la tecnología actual y las venideras no podrán sustituir jamás una buena anamnesis, un examen físico adecuado y un juicio diagnóstico lógico y competente. La Escuela
Cubana de Medicina, fundada a principios de la década de 1960, ha defendido siempre el valor incuestionable de lo que llamamos el “método clínico”, y en otros países denominan el “proceso diagnóstico en la práctica clínica”. El desarrollo de habilidades del sistema de competencias en la formación del profesional médico es una de nuestras prioridades, quizá la
más importante, a pesar de estar muy actualizados en el desarrollo tecnológico de la medicina actual y contar con algunos recursos, no todos, por ser un país en desarrollo y con limitaciones económicas conocidas por todo el mundo. Quizás esto nos haya favorecido en la insistencia del desarrollo y la aplicación del método clínico en la formación de nuestros médicos, desde su arribo al área clínica en sus estudios hasta que se gradúan y en su formación de posgrado.

Considero, como decía el profesor de mérito Raymundo Llanio, de nuestra Universidad, que existe el médico bueno y el buen médico. El primero con un caudal de conocimiento actualizado y muy competente en su profesión. El segundo, impregnado de un profundo sentimiento humano y comprometido socialmente con la población necesitada, solidario, bondadoso, humilde, con prestigio moral, con valores éticos, desinteresado. Ambas categorías deben estar presentes en una sola. Y el desarrollo tecnológico, la medicina privada, los altos seguros de salud, los bajos salarios del personal sanitario de centros públicos, etc., no pueden socavar las ansias de trabajar de los profesionales, ni deprimirlos. Uno es muy feliz cuando al finalizar el día se acuesta y duerme plácidamente, sin remordimientos, y si sus pacientes le han transmitido su gratitud y simpatía, tanto en el plano personal como profesional, a pesar de tener otro tipo de limitaciones.

Debe quedar claro que la práctica clínica y los profesionales médicos de mi país no somos víctimas de esa nueva lógica del sector de la salud que plantea la doctora Laurell y que afecta a muchos países del mundo, sobre todo, a nuestra América. Exhorto a mis colegas de todo el continente a no dejarse afectar por las corrientes mercantilistas que imperan en el sector de la salud en esta época, y a ser siempre “un buen médico y un médico bueno” en uno solo. La humanidad nos necesita.

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Biografía del autor/a

Miguel A Serra Valdés

Especialista de segundo grado en medicina interna. Máster en Enfermedades infecciosas y tropicales. Diplomado en Educación Médica Superior Hospital General Docente “Enrique Cabrera” de la Universidad de Ciencias Médicas de la Habana, Cuba

Publicado
2017-11-20
Cómo citar
Serra Valdés, M. A. (2017). Carta al Editor - Prof. Dr. Miguel Á. Serra Valdés. REVISTA ARGENTINA DE MEDICINA, 4(10), 110. Recuperado a partir de http://revistasam.com.ar/index.php/RAM/article/view/161
Sección
CARTAS AL EDITOR