VIOLENCIA HACIA LAS PERSONAS MAYORES: HERRAMIENTAS PARA LA DETECCIÓN E INTERVENCIÓN DE LOS EQUIPOS DE SALUD

VIOLENCE AGAINST THE ELDERLY: TOOLS FOR THE DETECTION AND INTERVENTION BY HEALTH TEAMS

Alejandra Vázquez1

1 Licenciada en Psicología, gerontóloga y coordinadora de programas en Surcos Asociación Civil.

CONTACTO PARA CORRESPONDENCIA

Correo electrónico: avazquez@proyectosurcos.org

La autora manifiesta no poseer conflictos de intereses.

 

 

Resumen

Introducción. La consideración de la violencia hacia las personas mayores como problemática social y multidimensional requiere la articulación de diversas acciones del conjunto de la sociedad para prevenirla, detectarla de manera temprana y evitar riesgos mayores ante su aparición. Los equipos de salud tienen un rol estratégico en identificar las situaciones de violencia hacia las personas mayores, ya que en muchos casos son el único contacto de esas personas con el medio externo. Por ello, el compromiso del ámbito sanitario debe ir de la mano de acciones integrales dirigidas hacia todos los factores de riesgo y coordinar acciones conjuntas con otros efectores como la justicia, los servicios sociales y los organismos gubernamentales para brindar respuestas integrales que combatan la problemática. Objetivo. Brindar herramientas para detectar indicadores de violencia hacia personas mayores y pautas que favorezcan intervenciones eficaces, interdisciplinarias e intersectoriales para evitar la revictimización.

Palabras clave. Violencia hacia personas mayores, detección, revictimización.

 

Abstract

Introduction. Coping with violence against the elderly as a social and multidimensional problem requires that society as a whole implements actions to prevent this kind of violence, detect it early and avoid greater risks before their appearance. Health teams have a strategic role in identifying situations of violence towards the elderly, considering that often they are the only contact of this population with the external environment. That is why the commitment of the health care field must be accompanied by comprehensive actions to manage all risk factors and coordinating joint actions with other effectors such as justice, social services and government organizations, to provide comprehensive responses to successfully deal with the problem. Objective. This article aims to provide tools for identifying violence against the elderly and guidelines for effective interdisciplinary and inter-sectoral interventions that prevent re-victimization.

Key words. Violence against the elderly, detection, re-victimization.

 

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s26184311/b9pazgaef

 

 

 

Introducción

 

La violencia hacia las personas mayores es una problemática social invisibilizada durante muchos años como consecuencia de la influencia de factores socioculturales que contribuyeron en gran medida a limitar su atención. Ha adquirido mayor preocupación en los últimos años, lo cual está asociado al progresivo envejecimiento de la población. Los cambios demográficos asociados con la mayor esperanza de vida y sus implicancias en los ámbitos sociales, institucionales y familiares originaron la necesidad de interesarse en las diferentes problemáticas que afectan a ese grupo etario y que si bien existieron siempre, sólo ahora se manifiestan en toda su magnitud.

El envejecimiento demográfico de la población puede tener repercusiones para la incidencia de situaciones de violencia con diferentes manifestaciones. Las proyecciones sugieren que la proporción de personas mayores no sólo continuará incrementándose, sino que la franja de personas que supera los 75 años también crecerá, con el consiguiente riesgo para los problemas de salud y con demandas de cuidados que también se incrementarán (1).

La cuadragésima novena Asamblea Mundial de la Salud declaró a la violencia como un problema mayor de salud pública (2). En consecuencia, a partir de la obligación contraída por los Estados firmantes con relación al sector salud y la problemática de la violencia, la implementación de medidas para sensibilizar y capacitar a los equipos de salud en la temática se volvió fundamental, más aún si se considera que los programas de numerosas carreras de grado vinculadas a la salud carecen de contenidos específicos sobre la problemática.

En el año 2002 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el maltrato a las personas mayores es una violación de los derechos humanos y una causa importante de lesiones, enfermedades, pérdida de productividad, aislamiento y desesperación (3). Una de las definiciones aportada en 1995 por la Red Internacional para la Prevención del Maltrato hacia las personas mayores (INPEA) indica que “el maltrato es cualquier acto único o repetido o la falta de medidas apropiadas que se produce dentro de cualquier relación donde hay una expectativa de confianza que causa daño o angustia a una persona mayor” (4).

Hacia fines de 2015 se sancionó la Ley 5420 de Prevención y protección integral contra el abuso y maltrato a los adultos mayores que rige en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. Define el maltrato hacia las personas mayores como “toda acción u omisión que provoque un daño a los mismos, sea esta intencional o consecuencia de un obrar negligente y que atente contra su bienestar general, vulnerando derechos” (5).

El maltrato se presenta en el marco de una relación de abuso que se define por un desequilibrio de poder. Una conducta es violenta cuando se presenta como una relación asimétrica, lo cual va a implicar siempre un desequilibrio de poder, que puede estar definido por el contexto, por la cultura o por maniobras interpersonales de control en la relación. La intención es la dominación de la persona mayor para controlar la relación, un intento de doblegarla. La direccionalidad está dada por la selección puntual hacia quien se dirige la violencia. Eso significa que el victimario no ejerce violencia hacia cualquier persona y en cualquier ámbito, su conducta va dirigida a esa persona en particular; evidencia que la violencia no es una conducta instintiva ni una enfermedad (6).

 

 

Tipologías y modalidades de violencia

 

La realidad del maltrato a la persona mayor es muy compleja, puede manifestarse en diferentes escenarios (social, institucional e intrafamiliar), presentarse de diversas maneras (físico, psicológico, sexual, económico) y con múltiples factores de riesgo (características del agresor, de la víctima, del vínculo entre ambos, de las redes de apoyo social y comunitarias). De alguna manera, cuando existe algún tipo de violencia, los tres ámbitos de desarrollo están interrelacionados. La violencia no se ejerce en un solo lugar, las instituciones y la sociedad también son ámbitos de violencia.

Las formas de presentación son:

-   Maltrato por comisión o acción: se presenta a través de conductas activas, son acciones de abuso de poder.

-   Maltrato por omisión: implica el abandono o descuido de las necesidades básicas de la persona mayor.

La Ley 5420 no sólo abarca las tipologías de violencia establecidas en la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales, sino que también incluye el abandono de las personas mayores y considera los supuestos contemplados por la legislación penal, tipificados en el delito de abandono de persona, las acciones derivadas de un actuar negligente y todas las situaciones de vulnerabilidad social en que pudieran encontrarse las personas mayores (5).

 

 

Modalidades de violencia

 

Violencia doméstica o familiar: aquella ejercida por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio físico donde esta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, o la libertad.

Violencia institucional: aquella realizada por las y los funcionarios, profesionales, personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución que tenga como fin retardar, obstaculizar o impedir que las personas mayores tengan acceso a las políticas públicas y ejerzan sus derechos. Comprende las instituciones prestadoras de servicios de salud y de servicios sociales, así como los de protección (5).

Violencia social: aquella ejercida por integrantes de la sociedad en el marco relacional del individuo. Comprende los vecinos, amigos, cuidadores, etc.

 

 

Tipologías de violencia

 

La Ley 5420 define las siguientes tipologías:

Maltrato físico: es el uso voluntario, no accidental de la fuerza física para provocar daño, dolor o discapacidad. Se evidencia a través de cortes, quemaduras, moretones o heridas que pueden ser leves o graves y hasta provocar la muerte.

Maltrato psicológico: provocar angustia emocional por medio de la amenaza, la humillación, la desvalorización, la descalificación, el insulto y la amenaza de abandono y/o de institucionalización. Incluye la culpabilización, el hostigamiento, la manipulación y la ridiculización.

Abuso sexual: cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas (con o sin acceso genital) del derecho que tiene una persona a decidir voluntariamente acerca de su vida sexual; ya sea a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación. Abarca cualquier contacto sexual no consentido por la persona mayor o cuando esta no se encuentra en condiciones de dar su consentimiento.

Abuso económico o patrimonial: es la apropiación ilegítima de los bienes, la propiedad o los recursos económicos de la persona mayor, mediante fraude o engaños y/o obligarla a firmar documentos cediendo derechos. La limitación de los recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de los medios indispensables para vivir una vida digna; la limitación o control de sus ingresos y la falsificación de su firma.

Abuso ambiental: cualquier acto, no accidental, que provoque o pueda producir daño en el entorno con el objeto de intimidar. Por ejemplo, dar golpes a puertas, romper cosas, destruir objetos con especial valor sentimental para la víctima, maltratar a los animales domésticos, desordenar o ensuciar a propósito.

Abandono: consiste en desatender las necesidades básicas; entendiendo por tales la alimentación, la higiene, la vestimenta adecuada al clima y la asistencia sanitaria, entre otras.

Maltrato estructural: ocurre cuando no se han generado las condiciones para la satisfacción adecuada de las necesidades básicas de las personas. Afecta el ejercicio de los derechos humanos y ciudadanos, e incluye la falta de políticas, recursos sociales y de salud.

Negligencia: descuido para iniciar, continuar o completar la atención de las necesidades para el cuidado de una persona mayor por parte de la persona responsable, ya sea un familiar o un cuidador (5).

 

 

La detección

 

Detectar la violencia hacia las personas mayores por parte de los equipos de salud es una responsabilidad que les atañe; sin embargo, suele presentar dificultades, ya que es una problemática que tiende a ocultarse por parte de quienes la padecen, generalmente carentes de redes de apoyo social, lo cual incrementa su indefensión. Por ello los profesionales deben conocer los obstáculos para identificar y visibilizar diferentes situaciones de violencia. La naturalización de diversas formas de malos tratos, el miedo a las represalias, la dependencia física y/o emocional del perpetrador, las creencias idealizadas acerca de la familia, la fuerte adhesión a los estereotipos tradicionales de género, la creencia de que la violencia es una problemática reservada al ámbito privado y el aislamiento forman parte de los obstáculos. Sin embargo, existen otras barreras asociadas a las instituciones y a los profesionales sobre las que es fundamental reflexionar, como la carencia de formación para identificar los indicadores de violencia; la ausencia de protocolos de detección e intervención; la falta de apoyo de las instituciones; la ausencia de trabajo interdisciplinario; los prejuicios y creencias erróneas acerca de la vejez y el proceso de envejecimiento; la renuencia a involucrarse en cuestiones legales y el desconocimiento de los recursos disponibles para el abordaje son algunas de ellas.

 

 

Indicadores

 

Numerosa bibliografía ha descripto señales, conductas, signos y síntomas que pueden generar la sospecha de la ocurrencia de malos tratos.

El relato por parte de la persona mayor es uno de los indicadores con mayor nivel de especificidad, común a todos los tipos de malos tratos, por lo que hay que prestarle mucha atención (7).

Algunos indicadores son:

1) en las personas mayores (7):

-   Parece tener miedo de un familiar o de una o un cuidador.

-   No responde preguntas de manera espontánea.

-   Su comportamiento cambia cuando el cuidador entra o sale de la habitación.

-   Expresa frases que denotan baja autoestima.

-   Su comportamiento cambia en presencia de ciertas personas.

-   Presenta deficiente higiene personal;

-   cambios bruscos en su estado anímico;

-   quemaduras, hematomas, cortes;

-   aislamiento de sus relaciones sociales;

-   vida no acorde a sus ingresos económicos;

-   relatos de historias de caídas y/o accidentes en momentos y lugares extraños;

-   evitación del contacto visual y repliegue físico;

-   desamparo, llanto, retraimiento;

-   pérdida frecuente de dinero y de pertenencias;

-   deshidratación, desnutrición;

-   petición o robo de alimentos;

-   palidez, ojos o mejillas hundidos;

-   extrema delgadez.

2) en la familia o el cuidador (7):

-   Intenta que otras personas y la persona mayor no interactúen en privado.

-   Insiste en contestar las preguntas que se le realizan a la persona mayor.

-   Pone obstáculos para que se proporcione la asistencia sanitaria en el domicilio.

-   Tiene expectativas irreales hacia la persona mayor.

-   Carece de capacitación.

-   Muestra un autocontrol escaso.

-   Se muestra excesivamente controladora.

-   Intenta convencer a otros de que la persona mayor está loca.

-   Culpabiliza.

-   Aparecen familiares desconocidos para reclamar acceso a bienes de la persona mayor.

3) en la interacción entre la persona mayor y el cuidador (7):

-   Cuentan relatos contradictorios acerca de cómo ha ocurrido un hecho determinado.

-   El cuidador se muestra hostil durante la consulta profesional.

-   La relación entre ambos es de indiferencia mutua.

4) en el domicilio (7):

-   Se observan reticencia y dificultades para que intervengan los profesionales.

-   Aunque no se utilicen en ese momento, se aprecian elementos de sujeción física (correas, cuerdas, etc.).

5) en las instituciones:

-   uso excesivo de psicofármacos;

-   medidas de sujeción físicas;

-   negación de asistencia o limitación de determinados procedimientos diagnósticos o terapéuticos por razones de edad;

-   utilización de medidas que anticipan o aumentan la dependencia;

-   despersonalización de la asistencia;

-   infantilización en el trato;

-   falta de respeto por la intimidad;

-   rigidez en las normas y horarios de visitas, comida, descanso, etc;

-   barreras arquitectónicas que exponen a las personas mayores a sufrir accidentes (7,8).

Indicadores de maltrato físico:

-   historias de caídas y heridas sin explicación;

-   accidentes en momentos y lugares extraños;

-   quemaduras, hematomas y cortes;

-   calvas en el cuero cabelludo;

-   hematomas viejos y nuevos al mismo tiempo;

-   intentos del paciente por ocultar partes de su cuerpo en la exploración;

-   queja frecuente de dolor;

-   actitud defensiva en presencia de ciertas personas;

-   cualquier lesión incompatible con el relato o que no ha sido tratada correctamente;

-   lesiones abdominales y pulmones perforados;

-   quemaduras con artefactos eléctricos, cigarrillos o con ácidos;

-   tímpanos perforados;

-   dolores de cabeza;

-   dolores crónicos y/o severos de estómago o pelvis;

-   problemas dentales que se presentan con heridas en los tejidos bucales, dientes rotos;

-   lesiones en los ojos;

-   marcas de tentativa de estrangulamiento en cuello (7,8).

 

 

Internaciones involuntarias en personas mayores: una modalidad de violencia oculta

 

Con frecuencia se presentan consultas y/o denuncias de vecinos o de personas del entorno social de personas mayores que padecen un problema de salud mental o una demencia no diagnosticada con presencia de algunos trastornos en el comportamiento o que viven en una situación de aislamiento y/o vulnerabilidad social para solicitar internaciones involuntarias y la institucionalización de esas personas mayores. Esas situaciones se complican cuando los equipos profesionales evalúan que existe un “riesgo cierto e inminente” (9) sobre la base de historiales clínicos anteriores, sin una fundamentación que los sustente conforme a los lineamientos de la Ley 26.657 de Salud Mental y que, en ocasiones, están impregnados de prejuicios acerca de la vejez, que la equiparan a una enfermedad o patología.

La Ley 26.657 de Salud Mental inaugura un nuevo paradigma acerca de las personas con padecimientos mentales, del reconocimiento de sus derechos y del tratamiento que se les brindará a esos pacientes. Además, con relación a las internaciones involuntarias, establece que estas deberán llevarse a cabo bajo un uso restrictivo, cuando hayan fracasado otros abordajes desde lo familiar, social y comunitario, y cuando las situaciones revistan un “riesgo cierto e inminente” o sea, cuando exista una posibilidad seria de daño inmediato o inminente para la persona o para terceros, la cual debe fundamentarse en tres condiciones: la inmediatez del riesgo, la certeza y la gravedad del daño contra la seguridad de sí mismo o de terceros (9). Es preciso reconocer el salto cualitativo que se ha dado, en tanto este criterio reemplaza el criterio de peligrosidad y, en ese sentido, todo lo que este cambio implica en la intervención. Esto quiere decir un corrimiento de las prácticas tendientes a disciplinar, estereotipadas y con una perspectiva de control social. También cabe destacar que este paradigma posiciona a los equipos de salud en el marco de la interdisciplinariedad y elimina las hegemonías profesionales. Sin embargo, nos encontramos con que en la actualidad aún hay tensiones entre el antiguo paradigma de salud mental y el actual:

-   Modelo médico hegemónico (10) / interdisciplinariedad

-   Internación/atención comunitaria

-   Peligrosidad/riesgo cierto e inminente

-   Presunción de incapacidad/presunción de capacidad

-   Intervención judicial/sanitarización de las decisiones

Las tensiones existentes entre ambos modelos nos plantean desafíos relacionados con la intervención. Por otra parte, en los últimos años, el nivel de complejidad de las problemáticas sociales se presentan en un contexto de difícil acceso a las políticas habitacionales, a la inserción laboral y educacional, y en un contexto de ausencia de redes de apoyo social, por lo que es necesario sostener el fortalecimiento de diversas redes informales que en muchas oportunidades facilitan el desarrollo de los procesos de atención en el marco de la urgencia. Asimismo, deben revisarse todas aquellas concepciones que asocian la vejez con la enfermedad, con el déficit y que sostienen o fundamentan, desde las intervenciones, violencias simbólicas y situaciones revictimizadoras hacia las personas mayores.

 

 

Consideraciones sobre la intervención de los equipos de salud en situaciones de violencia hacia personas mayores

 

-   Escucharlas y contenerlas.

-   Respetar la confidencialidad.

-   Ayudarlas a pensar por sí mismas a fin de promover su autonomía y autodeterminación.

-   Actuar con empatía.

-   Respetar sus creencias y pensamientos.

-   Ayudar a entender su malestar como consecuencia de la violencia.

-   Informar sobre los recursos disponibles.

-   No realizar comentarios que tiendan a culpabilizar.

-   Articular con otros profesionales e instituciones.

-   Considerar evidencias tanto físicas como psicológicas.

-   No patologizar.

-   Asegurar la confidencialidad de la consulta (11).

-   Considerar el uso frecuente de tranquilizantes o analgésicos.

-   Tener en cuenta las dificultades específicas de las personas mayores en situaciones especiales de vulnerabilidad (discapacidad, migrantes, mujeres).

-   Valoración física: lesiones traumáticas, describirlas en cuanto a sus características y localización.

-   En la exploración, ubicar las lesiones externas y las posibles lesiones internas.

Es fundamental generar acciones tendientes a garantizar el cumplimiento de la normativa vigente, promover la educación en todos los ámbitos a los fines de remover prejuicios y estereotipos que sustentan las violencias e impulsar políticas públicas que dignifiquen y promuevan la calidad de vida de las personas mayores.

 

 Referencias bibliográficas

 

1.   UN DESA, División de la población. World population prospects: the 2015 revision “Perspectivas de la población mundial: revisión 2015”, Índice Global Agewatch, edición de DVD; 2015

2.   Organización Mundial de la Salud. Informe mundial sobre la violencia y la salud; resumen. Washington; 1996

3.   Organización Mundial de la Salud. Informe mundial sobre la violencia y la salud. Washington ; 2002 [consultado en junio 2021]. Capítulo 5. Disponible en: http://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/43431/9275324220_spa.pdf?sequence=1

4.   Organización Mundial de la Salud. Informe mundial sobre la violencia y la salud. Washington; 2003

5.   Ley 5420/2015. Ley de Prevención y Protección Integral contra el Abuso y Maltrato hacia las Personas Mayores. Ciudad Autónoma de Buenos Aires

6.   Cadoche S. Violencia familiar. Buenos Aires: Rubinzal y Culzoni; 2002

7.   Moya Bernal A, Barbero Gutiérrez A (coord.). Malos tratos a personas mayores: guía de actuación. Madrid: IMSERSO; 2005

8.   Decalmer P. El maltrato a personas mayores. Buenos Aires: Editorial Paidós; 2000. Capítulo 2; p. 57

9.   Ley 26.657/2010. Ley Nacional de Salud Mental

10. Menéndez E. Modelo Médico Hegemónico y Atención Primaria. Segundas jornadas de atención primaria de la salud. Buenos Aires. 30 de abril al 7 de mayo de 1988, p: 451-64

11. Teubal R. Violencia familiar, trabajo social e institucional. Buenos Aires: Editorial Paidós; 2002